SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY DEL UNIVERSO (23 DE NOVIEMBRE)

SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY DEL UNIVERSO

CRISTO REY DEL UNIVERSOCristo es rey por derecho propio y por derecho de conquista.
Por derecho propio: lo es como hombre y como Dios. Jesucristo en cuanto hombre, por su Unión Hipostática con el Verbo, recibió del Padre «la potestad, el honor y el reino» (cfr. Dan. 7,13-14) y, en cuanto Verbo de Dios, es el Creador y Conservador de todos cuanto existe. Por eso tiene pleno y absoluto poder en toda la creación (cfr. Jn. 1,1ss).

Por derecho de conquista, en virtud de haber rescatado al género humano de la esclavitud en la que se encontraba, al precio de su sangre, mediante su Pasión y Muerte en la Cruz (cfr. 1 Pe. 1,18-19).

El Padre lo puso todo en manos de su Hijo. Debemos obedecerle en todo.

No se justo apelar al amor como pretexto para ser laxo en la obediencia a Dios. En nuestra relación con Dios, la obediencia y el amor son inseparables.

El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»-Juan 14,21

Los mártires nos dan ejemplo. Prefirieron morir antes de negar a Jesús. Muchos mártires del siglo XX en México, España, Cuba y otros lugares murieron gritando ¡Viva Cristo Rey!. También en nuestro siglo.

Ninguna persona, ni ley, ni entidad esta por encima de Dios. El Pontífice León XIII enseñaba en la «Inmortale Dei» la obligación de los Estados en rendir culto público a Dios, homenajeando su soberanía universal.

Diferente a los hombres, Dios ejerce siempre su autoridad para el bien. Quien confía en Dios, quien conoce su amor no dejará de obedecerle en todo, aunque algunos mandatos sobrepasen su entendimiento.

El Papa Pio XI, el 11 de diciembre de 1925, instituyó esta solemnidad que cierra el tiempo ordinario. Su propósito es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Es una verdad que siempre la Iglesia ha profesado.

¡Viva Cristo Rey!

¡Ahora, y  por los siglos de los siglos!

LECTURAS JUEVES 30 DE OCTUBRE 2014

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 6,10-20.
Hermanos, fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder.
Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio.
Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio.
Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos.
Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza.
Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz.
Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno.
Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos, y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio, del cual yo soy embajador en medio de mis cadenas. ¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!
Palabra de Dios

Salmo Responsorial 144(143),1.2.9-10ab.
Bendito sea el Señor, mi Roca,
el que adiestra mis brazos para el combate
y mis manos para la lucha.

El es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
él es el escudo con que me resguardo,
y el que somete los pueblos a mis pies.

Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo
y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas,
porque tú das la victoria a los reyes
y libras a David, tu servidor.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 13,31-35.
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: «Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte».
El les respondió: «Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».

Palabra del Señor

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Cuantas veces en nuestra vida hemos dicho y oído eso de “debes hacer esto, yo en tu lugar haría esto otro…” y qué pocas hemos hecho lo que realmente teníamos que hacer: cumplir la voluntad de Dios.

Así, los fariseos desean imponer al Señor su punto de vista, para -si consideramos que tienen buena intención con su frase -evitarle un terrible sufrimiento, o bien -en caso contrario- por medio de una amenaza de muerte.

¿Qué hace el Señor? Lo que debiésemos hacer todos en su lugar: conociendo lo que Dios desea, cumplirlo sin importar las consecuencias que tengan que venir, ni las opiniones.

Si Dios quiere que predique dos días entre ellos y luego me vaya, no puedo irme antes, ni quererme quedar más de lo establecido. Es hacer lo que tenemos que hacer.

Si alguien nos quiere apartar de la voluntad de Dios, por muy bien intencionado que pueda ser, para nosotros debe ser considerado el diablo mismo.

Eso sí, hemos de tener en cuenta que la voluntad de Dios no es el capricho de cada uno, es contrición perfecta de corazón, conversión de costumbres, cumplir a raja tabla sus mandamientos siempre y en todo lugar, y aparte de esto, lo que quiere de cada uno de nosotros individualmente debe ser discernido en oración.

¡Cuántas veces quiso el Señor que te convirtieras y tú no has querido!

Desde hoy mismo, niégate a ti mismo, que por ti mismo no vales nada, carga con tu cruz de cada día, -sin protestar ni arrastrarla por los caminos- aceptando los sufrimientos que te toque padecer por Cristo y avanza firme por el camino de la santidad hasta el último de tus días.

Y lo más importante, no ceses de orar al Señor en cada instante, para que te conceda la gracia necesaria para resistir cada paso y dar el siguiente.

LECTURAS LUNES 8 DE SEPTIEMBRE 2014

Lectura del Libro del Profeta Miqueas 5,1-4a.
Así habla el Señor:
Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial.
Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas.
El se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra. ¡Y él mismo será la paz!

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 13(12),6ab.6c.
Yo confío en tu misericordia
que mi corazón se alegre porque me salvaste.
¡Cantaré al Señor porque me ha favorecido!

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 1,1-16.18-23.
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos.
Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón;
Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón.
Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé;
Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.
Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá;
Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías.
Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías;
Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías;
Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia.
Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel;
Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor.
Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud;
Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros».

Palabra del Señor

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En esta fiesta de la Natividad de Nuestra Señora, se nos proponen estas lecturas que expresan su importancia en la historia y en el plan de Salvación.

María es la nueva Eva, la criatura perfecta, que ocupaba la mente del Señor desde el mismo momento de la caída de la humanidad en el pecado.

Ella sería preservada del mismo pecado desde su concepción, y así, toda ella de Dios, renunciando a la fecundidad tan ansiada en su pueblo en pos de la virginidad consagrada y totalmente dedicada a Dios, fue la Madre más fecunda de todas las que moraron en la tierra, y la Mujer más afortunada: No solo fue la Madre del Mesías, Esposa del Espíritu Santo e Hija predilecta del Padre, sino también, Madre de todos los Bienaventurados del Cielo y de la Iglesia Militante, o sea, de aquellos que estamos todavía en esta tierra luchando para ser dignos del Reino.

Tomemos en este día la resolución de entregarnos como esclavos de amor al Señor por medio de la Santísima Virgen al modo que propone San Luis de Montfort como describe en su libro Tratado para la verdadera devoción de la Santísima Virgen (Descargar), ya que es la manera más perfecta que tenemos nosotros –pobres pecadores- de acercarnos a Dios.

SAN GREGORIO I MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA (3 DE SEPTIEMBRE)

SAN GREGORIO I MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA

SAN GREGORIO I MAGNONació en Roma el año 540, de noble familia. Nació en un momento límite, cuando la caída de Roma se acentuaba y empezaba una nueva época.   Es el último de los grandes Padres de Occidente y el primer hombre medieval. Sus obras serían el primer alimento espiritual de la Edad Media, hasta San Bernardo, Santo Tomás y Santa Teresa de Jesús. En el monte Celio estaba el palacio familiar.   Allí recibió Gregorio la primera educación, hondamente cristiana, de parte de sus padres, Gordiano y Silvia.

Ellos y sus tías Társila y Emiliana, están en el catálogo de los santos. Gregorio se preparó muy bien en derecho, al que desde Justiniano se daba gran importancia. Más tarde fue nombrado prefecto de la ciudad, Italia había sido arrasada por las invasiones de los lombardos.   Roma estaba en ruinas. En su tiempo desaparecen los cónsules, cuando Gregorio será llamado Cónsul de Dios. Era una situación calamitosa. Fue entonces cuando se encontró con dos benedictinos que procedían de Montecasino, que habían conocido a San Benito. De sus labios tomó los relatos llenos de candor que luego recogió en sus deliciosos e ingenuos Diálogos.   ¿Qué camino tomar?, se preguntaba el Santo.

Así lo escribía a su íntimo amigo San Leandro de Sevilla, en tales tonos de cordial amistad que son difíciles de superar. Por fin se decidió. Convirtió en monasterio su palacio del monte Celio y empezó allí su vida monacal. Estudió intensamente la Sagrada Escritura y la vida de los monjes de Occidente.   Se distinguió por su austeridad de vida y por la intensidad de su oración. Por eso es llamado doctor de la compunción y de la contemplación, pues fue modelo acabado tanto en ascética como en mística. Benedicto I lo envió como nuncio a Constantinopla, donde pasó ocho años. Vuelto a Roma, el desbordamiento del Tíber produjo muchas calamidades: hambre y peste sobre todo.   Una de las víctimas de la peste fue Pelagio II. Reunidos el clero, el senado y el pueblo, eligieron Papa al diácono Gregorio. Le costó mucho dejar su soledad, pero aceptó.

Era el primer Papa monje, estilo que introdujo en la espiritualidad y liturgia de su pontificado. Publicó la Regla Pastoral, que fue el código de los obispos durante la Edad Media. Restauró la disciplina.   Una de sus grandes obras fue la conversión de Inglaterra, por el envió de monjes, capitaneados por Agustín de Cantorbery. En su tiempo los visigodos abjuraron el arrianismo en el Concilio III de Toledo el 589. Renovó el culto y la liturgia con el famoso Sacramentario. Dio al pontificado un gran prestigio, como San León Magno.   Renovó la práctica de las estaciones cuaresmales en las iglesias romanas, para las que compuso Cuarenta homilías sobre los Evangelios. Fomentó las buenas obras, la piedad, el culto de las reliquias, las devociones populares. La reforma más famosa fue la del canto, llamado por ello gregoriano.

Publicó el Antifonario y formó una gran Schola Cantorum. Aunó los diversos cantos dispersos, en una sola liturgia, absorbiendo los diversos ritos, excepto el ambrosiano y el mozárabe. Es el escritor más fecundo de los papas medievales. Aparte de las obras ya citadas, tenemos su Epistolario, que contiene 859 cartas, Las 22 homilías sobre Ezequiel y El comentario a los libros de Job o las Morales, que tanto usaron Santa Teresa y otros Santos.   Junto con San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo, es uno de los cuatro padres de Occidente.

San Gregorio I Magno, ruega por nosotros.

LECTURAS MARTES 2 DE SEPTIEMBRE 2O14

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 2,10b-16.
Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios.
¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios.
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado.
Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu.
El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu.
El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie.
Porque ¿quién penetró en el pensamiento del Señor, para poder enseñarle? Pero nosotros tenemos el pensamiento de Cristo.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 145(144),8-9.10-11.12-13ab.13cd-14.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.

Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder.

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre.

El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que caen
y endereza a los que están encorvados.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 4,31-37.
Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados.
Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza;
«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.
El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!».
Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

Palabra del Señor

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Cuando Nuestro Señor enseñaba, todos “se quedaban asombrados de su enseñanza porque hablaba con autoridad”, y sin embargo, ¡Cuánto distan nuestras homilías, testimonios y enseñanzas de las suyas!

Él causaba reacción, era signo de contradicción: o le seguían fervorosamente, o le rechazaban con el mismo fervor.

¡Cuántos admirados e interpelados en lo más profundo de su ser mudaron de vida, dejaron atrás el camino del pecado y dejándolo todo le siguieron! ¡Cuántos impíos de corazón perverso decían en su interior a Nuestro Señor “cierra la boca y sal” por no ser capaces de escuchar la verdad que sacaba a la luz todos su crímenes!

Nosotros, sin embargo, aburrimos a nuestro auditorio. Nuestros discursos son insípidos. Queremos enseñar adaptando la doctrina de Dios a la doctrina de los hombres. Empleamos razonamientos terrenales y sabiduría humana para ser aceptados y alabados por nuestra elocuencia y no nos damos cuenta de que así únicamente acumulamos fracasos y ascuas sobre nuestra cabeza.

La Verdad de Dios -que es única, absoluta, y eternamente estable- debe ser enseñada, primero desde la humildad, y segundo –como dice San Pablo- “expresando realidades espirituales con términos espirituales”, como los enseña desde siempre el Espíritu Santo a su Esposa la Santa Iglesia Católica.

Encomendémonos pues, humildemente al Espíritu Santo para que inspire nuestras palabras y puedan dar fruto. Que el Señor toque nuestros corazones con sus enseñanzas y los libere de toda atadura del enemigo, para que libres de pecado, podamos proclamar la gloria de su Reinado.

AUDIO-DOCUMENTAL LA VERDADERA CONVERSIÓN

Queremos darles a conocer este audio-documental creado por Sanguis et Aqua, que resume de un modo brillante los pasos para una verdadera conversión al Señor. Les recomendamos que lo escuchen hasta el final porque sin duda merece la pena.

Aquí su resumen:

La verdadera conversión a Jesucristo es el hecho más influyente en la existencia de la persona que recibe esa gracia y ocasiona un antes y un después irreconciliables en esa vida. Si no, no se ha dado tal conversión. La persona es vaciada de todo apego a esta realidad, sus vanidades y espejismos, y se le revela la naturaleza enemiga de Dios de todo lo que nos circunda, empezando por nosotros mismos. Cuando Dios nos despoja del velo y vemos nuestra desnudez, impotencia e indignidad, es cuando realmente podemos decir: “Jesús, sólo deseo ya ser instrumento de tu voluntad y nada deseo que de Tí no venga, hágase tu voluntad”

LECTURAS LUNES 25 DE AGOSTO 2014

Lectura de la Segunda Carta del Apostol San Pablo a los Tesalonicenses 1,1-5.11b-12.
Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la Iglesia de Tesalónica, que está unida a Dios, nuestro Padre y al Señor Jesucristo.
Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios Padre y del Señor Jesucristo.
Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios a causa de ustedes, y es justo que lo hagamos, porque la fe de ustedes progresa constantemente y se acrecienta el amor de cada uno hacia los demás.
Tanto es así que, ante las Iglesias de Dios, nosotros nos sentimos orgullosos de ustedes, por la constancia y la fe con que soportan las persecuciones y contrariedades.
En esto se manifiesta el justo Juicio de Dios, para que ustedes sean encontrados dignos del Reino de Dios por el cual tienen que sufrir.
Pensando en esto, rogamos constantemente por ustedes a fin de que Dios los haga dignos de su llamado, y lleve a término en ustedes, con su poder, todo buen propósito y toda acción inspirada en la fe.
Así el nombre del Señor Jesús será glorificado en ustedes, y ustedes en él, conforme a la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios              

Salmo Responsorial 96(95),1-2a.2b-3.4-5.
¡Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
Día tras día, proclamen su victoria.

Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Porque el Señor es grande
y muy digno de alabanza,

más temible que todos los dioses.
Los dioses de los pueblos
no son más que apariencia,
pero el Señor hizo el cielo;

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 23,13-22.

«¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!
¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: ‘Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale’!
¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?
Ustedes dicen también: ‘Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar’.
¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?
Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él.
Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita.
Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.

Palabra del Señor
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El elogio de San Pablo a los buenos pastores y no solo a ellos, a las buenas comunidades de creyentes que se formaban en torno a las primeras parroquias a medida que se anunciaba el Evangelio por el mundo, contrasta con el reproche que Nuestro Señor lanza a los escribas y fariseos que debían conducir al pueblo por el camino de la santidad y en lugar de ello lo estaban haciendo más reo del infierno de lo que ya era.

Y esto no es algo anecdótico del pasado.

Tristemente, a día de hoy la apostasía ha hecho mella en la Santa Iglesia y muchos eclesiásticos se han dejado arrastrar por ella.

Es innegable que la situación tiende a peor día tras día.

Ya no se anuncia la verdad salvífica, no se nombran las postrimerías (la muerte, el juicio y el infierno) ni se prepara para ellas, y se hace creer a la gente que es salva cuando en realidad caminan directas a su perdición eterna.

Pero no solo los eclesiásticos son culpables de esto. La tibieza se ha instalado en toda la comunidad eclesial, y sin ejemplos de santidad, el amor a Dios se enfriará hasta terminar desapareciendo en nuestras vidas.

Muchos dirán que no pueden hablar claro porque molestarían al prójimo, y que por caridad es mejor callar. Pero díganme, ¿De qué sirve consolar con una mano al prójimo cuando con la otra se le empuja al abismo por negarle la verdad que puede salvarle?

¿No es acaso más caritativo intentar salvar su alma aunque duela?

Aunque se pueda ocasionar un enfado temporal en alguien –pues poca gente soporta escuchar que va directa a su condenación sin rebelarse- si finalmente hace caso, le aseguramos que le estará eternamente agradecido. Sobra decir, que despreciar la verdad teniéndola al alcance hará que eternamente se martirice por no haberle escuchado.

No teman dar testimonio. A tiempo y a destiempo.

Si usted que lee esto no lo hace, en poco tiempo nadie lo hará.

Cuente su vida, hable de su conversión con sus amigos y conocidos. Si tiene dificultades o dudas de fe, busque ayuda en un sacerdote santo –que gracias a Dios todavía quedan- o en algún consagrado/a con fama de santidad.

No tema dar testimonio.

Organice en su parroquia grupos de oración, recen el Santo Rosario. Imprímanse los catecismos antiguos de la Santa Iglesia Católica y estúdienlos, para poder comprender las Santas Escrituras, den y exijan solemnidad en las Eucaristías y siempre que puedan adoren el Santísimo Sacramento. Valoren la confesión sacramental y den a conocer la importancia de la misma…

A sus hijos, a sus padres, a su pareja, a su mejor amigo, a sus compañeros, en su parroquia, en su trabajo… Son miles las cosas que se pueden hacer y no se hacen porque no hay quien las haga.

Con tu pequeño grano de arena podrás salvar almas.

¡Por una sola alma Cristo derramaría de nuevo toda su Sangre!

Y tú, ¿qué harías por Él?

TESTIMONIO – Caí en falta, ahora asumo lo ocurrido.

«Caí en falta, ahora asumo lo ocurrido y espero no perder lo más sagrado que es la salvación eterna.»

«Desde que estabas en el seno materno, yo te llamé y te escogí para…» Dios sin merecerlo se ha fijado en mi y despues de años de ires y venires, arriesgando por Él me llamó a la vida religiosa, agustino-recoleta, por diez años.

Como dice San Agustín, no juzgues a tu hermano, pues tal vez te equivoques o caigas primero.

De nadie me he burlado o juzgado, sencillamente caí en una falta que para la Iglesia es causa de separación o reduccion, respecto a las normas del derecho humano, pues creo que Jesucristo no piensa así.

Fui reducido al nivel de los internos en alguna penitenciaria. despues de 25 meses, la obra de Dios a traves de San Juan Pablo II , la Madre Laura Montoya y otros interecesores hicieron posible una libertad condicional.

Ahora asumo lo ocurrido y espero  no perder lo mas sagrado que es la Salvacion Eterna.

A mi juicio personal el papa con todo y su autoridad debiera tener una palabra menos dura, de perdon -pues le hemos servido a la iglesia- para con los eclesiaticos caidos. Entiendo su dolor por aquello del escandalo, pero si ustedes no se han equivocado o mejor la gran mayoria de los elegidos, es porque Dios no se lo ha permitido con su gracia y seguramente son hombres mas buenos que los poquitos irreverentes del numero en pecado.

Gracias amigos de la Cruzada por Cristo, por lanzar esta iniciativa y espero no ser el primero en inaugurar esta iniciativa.

Amo a Cristo y creo en su misericordia. si la pecadora con los otros ejemplos del evangelio, no hubieran sido perdonados, para que esta  el amor en el perdon, la justicia en la caida, y la indulgencia de corazon. 

Dios nos bendiga. 

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Que este testimonio que uno de nuestros hermanos ha compartido, nos haga recuperar la importancia de aceptar la propia debilidad y caída en pecado, como primer paso para una verdadera contrición y conversión de nuestros corazones, implorando el auxilio Divino y su Gracia Santificante por medio de la oración perseverante y la recepción asidua de los sacramentos, especialmente la Confesión, donde Nuestro Señor espera impaciente para poder decirnos de boca del sacerdote:

«Tus pecados son perdonados. Ve y en adelante no peques más»

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LECTURAS JUEVES 21 DE AGOSTO 2014

Lectura del libro del Profeta Ezequiel 36,23-28.
Yo santificaré mi gran Nombre, profanado entre las naciones, profanado por ustedes. Y las naciones sabrán que yo soy el Señor -oráculo del Señor- cuando manifieste mi santidad a la vista de ellas, por medio de ustedes.
Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos.
Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.
Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.
Palabra de Dios

Salmo Responsorial 51(50),12-13.14-15.18-19.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.

Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 22,1-14.
Jesús les habló otra vez en parábolas, diciendo:
«El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas’. Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
‘Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes’.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos».

Palabra del Señor

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La parábola que se nos propone meditar en el evangelio de hoy, representa simbólicamente la historia de la Salvación.

El Señor nos creó para que fuésemos eternamente felices en su Reino, haciéndonos partícipes de su Gloria. La humanidad no tendría que padecer los avatares y sufrimientos de esta vida terrena, y ni siquiera temer la muerte ya que no existía. El banquete celestial nos aguardaba y únicamente teníamos que aceptar la invitación.

Sin embargo, como bien saben, la humanidad se negó a cumplir los designios divinos, eligió el camino del pecado, y con ello el destierro en este mundo.

El Señor eligió a un pueblo como propio, que crió de la nada e hizo prosperar. Les envió multitud de profetas, y finalmente al mismísimo Hijo de Dios para traerles de vuelta por el camino de la santidad al Reino de los Cielos y banquete preparado para ellos desde el principio de los tiempos.

Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.

Ante esto, el Señor se indignó. (…) luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.

Es decir, exhortó a sus discípulos a que ampliasen el anuncio de la buena noticia del evangelio, no solo al pueblo judío, sino también a los paganos. Y esta invitación nos llega al día de hoy.

Cualquiera que realmente lo desee puede ser admitido al Banquete de Bodas del Reino de los Cielos. Pero existe una condición para ser admitidos en dicho banquete, esto es, preparar nuestro traje de boda revistiendo nuestra alma con obras de misericordia, limpiándola por la penitencia y haciéndola relucir por nuestro amor a Dios y al prójimo.

Preparémonos con esmero en esta vida, para que cuando seamos llamados a su presencia, no tengamos que avergonzarnos y ser arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llanto y rechinar de dientes.

Pidamos al Señor con el salmista, un corazón puro, un espíritu firme para seguir sus mandatos.

El Señor no despreciará nuestro corazón contrito y humillado y colmará de gracias nuestras almas como ha prometido por boca del profeta Ezequiel.

Los purificaré de todas sus impurezas. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. (…) Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.

LECTURAS MIÉRCOLES 20 DE AGOSTO 2014

Lectura del Libro del Profeta Ezequiel 34,1-11.
La palabra del Señor me llegó en estos términos:
¡Profetiza, hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel! Tú dirás a esos pastores: Así habla el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿Acaso los pastores no deben apacentar el rebaño? Pero ustedes se alimentan con la leche, se visten con la lana, sacrifican a las ovejas más gordas, y no apacientan el rebaño. No han fortalecido a la oveja débil, no han curado a la enferma, no han vendado a la herida, no han hecho volver a la descarriada, ni han buscado a la que estaba perdida. Al contrario, las han dominado con rigor y crueldad. Ellas se han dispersado por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las bestias salvajes. Mis ovejas se han dispersado, y andan errantes por todas las montañas y por todas las colinas elevadas. ¡Mis ovejas están dispersas por toda la tierra, y nadie se ocupa de ellas ni trata de buscarlas! Por eso, pastores, oigan la palabra del Señor.
Lo juro por mi vida -oráculo del Señor-: Porque mis ovejas han sido expuestas a la depredación y se han convertido en presa de todas las fieras salvajes por falta de pastor; porque mis pastores no cuidan a mis ovejas; porque ellos se apacientan a sí mismos, y no a mis ovejas;
por eso, pastores, escuchen la palabra del Señor:
Así habla el Señor: Aquí estoy yo contra los pastores. Yo buscaré a mis ovejas para quitárselas de sus manos, y no les dejaré apacentar mi rebaño. Así los pastores no se apacentarán más a sí mismos. Arrancaré a las ovejas de su boca, y nunca más ellas serán su presa.
Porque así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 23(22),1-3a.3b-4.5.6.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,

Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;

unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 20,1-16a.
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.
Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza,
les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’.
Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’.
Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario,
diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’.
El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’.

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».

Palabra del Señor

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Durante nuestra vida el Señor nos llama para trabajar en el camino de la Santidad y llegar un día a su Reino: unos le siguen y se convierten con la primera llamada de su vida en la infancia, a otros les hace falta que les insistan un poco más y se convierten a mediana edad, y otros, los menos, consiguen convertirse en sus últimos años de una larga vida pecaminosa.

Si estas conversiones son sinceras y desde que se producen estas personas se esfuerzan en servir al Señor y dejar atrás su vida de pecado, llegado el momento, al estar libres del pecado mortal, serán recompensados con el Cielo, aunque antes deban pasar por el Purgatorio el tiempo necesario para purificar sus pecados veniales.

Sin embargo, pese a que todos somos llamados a la santidad de vida, el Señor elige a unos pocos para constituirlos Pastores de su pueblo, esto es, sus guías y orientadores para exhortarlos a la santidad en conjunto, e individualmente en el estado al que Dios llama a cada uno, discerniendo los carismas individuales.

Pero, ¿qué sucede cuando aquellos elegidos para guiar al pueblo son aquellos que lo pervierten doctrinalmente y les empujan al abismo?

El Señor por medio del profeta Ezequiel hace una severísima condena a esta clase de pastores – que muchos deberían releer actualmente y hacer penitencia antes de que sea tarde para ellos.

Si uno es digno de reprensión por despreciar al Señor y acarrearse su propia condenación , ¿¡cuanta más culpa se tendrá cuando aquel que actúa en nombre de Cristo envía por su negligencia a cientos de almas al infierno!?

Hermanos, bien sabido es de todos que en nuestros tiempos el mal ha entrado incluso en las filas de la Santa Iglesia Católica y posiblemente muchos de ustedes hayan tenido malas experiencias por el escándalo de muchos eclesiásticos.

La doctrina ha sido desterrada de muchos lugares y el Santo Sacrificio de la misa, en otros tantos, se ha convertido en un circo con profanación abierta y a la carta, etc…

Pudiera parecer que la apostasía gobierna en media Iglesia y la tibieza en la otra media, pero no debemos desfallecer. No son tiempos para ello.

Nuestro camino no es ni abandonarla, ya que –aunque llagada- sigue siendo la Esposa de Cristo y el Arca de la Salvación, ni rendirnos, sino redoblar nuestros esfuerzos y oraciones por ella y la santidad de sus miembros.

Sirvamos de corazón al Señor, y no temamos al enemigo, que aunque es más fuerte que nosotros, contra el Señor no puede nada, y Él promete no abandonarnos.

Aun en el peor de los casos –Dios no lo quiera- si algún día fallasen todos los pastores en su ministerio, se sirviesen a sí mismos y abandonasen la Voluntad de Dios para con ellos, el Señor mismo guiará a sus verdaderos fieles y los conducirá a puerto seguro.

Arrancaré a las ovejas de su boca, y nunca más ellas serán su presa. Porque así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él.

Digamos con el Salmista:

Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque Tú estás conmigo.
(…) El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.