EL SECRETO ADMIRABLE DEL SANTO ROSARIO (17) – TERCERA DECENA – Rosas 29 Y 30

Excelencia del Santo Rosario en la meditación de la vida y pasión de Nuestro Señor Jesucristo

29ª Rosa

92) No hay nada más divino, en opinión de San Dionisio, nada más noble, ni más agradable a Dios que cooperar a la salvación de las almas y derribar las máquinas del demonio que intenta perderlas; éste fue el motivo por el cual descendió el Hijo de Dios a la tierra. Derrocó, en efecto, el imperio de Satanás con la fundación de la Iglesia, pero este tirano rehizo en parte sus fuerzas, y en los siglos XI, XII y XIII ejercía cruel violencia sobre las almas con la herejía de los albigenses, por los odios, disenciones y vicios abominables que hacía reinar en el mundo. ¿Cuál sería el remedio para tan graves males? ¿Cómo derribar las fuerzas de Satanás? La Santísima Virgen, protectora de la Iglesia, dio como medio eficaz para apaciguar la cólera de su Hijo, para extirpar la herejía y reformar las costumbres de los cristianos, la Cofradía del Santo Rosario. Los hechos lo comprobaron: se reavivó  la caridad, se volvió a la frecuencia de los sacramentos como en los primeros siglos de oro de la Iglesia y se reformaron las costumbres de los cristianos.

93) El Papa León X dice en su bula que esta Cofradía fue fundada en honor de Dios y de la Santísima Virgen, como un muro para contener las desgracias que iban a caer sobre la Iglesia. Gregorio XIII dice que el Rosario fue dado del cielo como medio para apaciguar la cólera de Dios e implorar la intercesión de la Santísima Virgen. Julio III dice que el Rosario fue inspirado para abrirnos más fácilmente el cielo, a través de la ayuda de la Santísima Virgen. Pablo III y el Beato Pío V declaran que el Rosario fue establecido y dado a los fieles para procurarles más eficazmente el  descanso y el consuelo espirituales. ¿Quién despreciará el ingreso en una cofradía instituida con tan nobles fines?

 94) El Padre Domingo, cartujo, muy devoto del Santo Rosario, vio un día el cielo abierto y a toda la corte celestial ordenada admirablemente. Oyó cantar el Rosario con arrebatadora melodía, honrando en cada decena un misterio de la vida, de la pasión o de la gloria de Jesucristo y de la Santísima Virgen. Y advirtió que, cuando pronunciaban el nombre sagrado de María, hacían una inclinación de cabeza, y al de Jesús, hacían todos una genuflexión, y daban gracias a Dios por los grandes beneficios concedidos al cielo y a la tierra mediante el Santo Rosario. Vio igualmente a la Santísima Virgen y a los santos que presentaban a Dios los Rosarios que los cofrades recitaban en la tierra y que rogaban por cuantos practicaban esta devoción. Vio también innumerables coronas de bellísimas y olorosas flores preparadas para los que rezan devotamente el Santo Rosario, los cuales, cuantas veces lo rezan, se hacen una corona con la que serán engalanados en el cielo. La visión de este devoto cartujo está en conformidad con la que tuvo el discípulo amado cuando vio una multitud innumerable de ángeles y santos que alababan y bendecían a Jesucristo por cuanto ha hecho y sufrido en el mundo por nuestra salvación; y ¿no es esto lo que hacen los cofrades del Rosario?

95) No hay que figurarse que el Rosario es sólo para las mujeres, los niños y los ignorantes; es también para hombres, y para los más grandes hombres. Tan pronto como Santo Domingo dio cuenta al Papa Inocencio III de la orden que había recibido del cielo para establecer esta Cofradía, el Santo Padre la aprobó, exhortó a Santo Domingo a predicarla y quiso ser asociado a ella. Los mismos cardenales la abrazaron con gran fervor, de suerte que López no dudó en escribir: «Nullus sexus, nulla aetas, nulla condicio ab oratione rosarii subtraxit se.» Así se ven en esta Cofradía toda clase de personas: duques, príncipes, reyes, lo mismo que prelados, cardenales, Soberanos Pontífices. Larga sería su enumeración para este compendio, y si ingresas, querido lector, en esta Cofradía, tendrás parte en su devoción y sus gracias sobre la tierra y en su gloria en el cielo. «Cum quibus consortium vobis erit devotionis, erit et
communio dignitatis.»

30a Rosa
 
96) Si los privilegios, las gracias y las indulgencias hacen recomendable a una cofradía, puede afirmarse que la del Rosario es la más recomendable que tiene la Iglesia, puesto que es la más favorecida y enriquecida con indulgencias; y desde su institución apenas hay Papa que no haya abierto los tesoros de la Iglesia para gratificarla. Como el ejemplo persuade mejor que las palabras y los beneficios, los Soberanos Pontífices no han podido expresar mejor la estima en que tenían a esta santa Cofradía que asociándose a ella. He aquí un pequeño resumen de las indulgencias concedidas a la Cofradía del Santo Rosario, confirmadas de nuevo por nuestro Padre Santo el Papa Inocencio XI el día 31 de julio de 1679, recibida y autorizada su publicación por el Arzobispo de París el 25 de septiembre del mismo
año:

1) En el día de ingreso en la Cofradía: indulgencia plenaria.
2) En la hora de la muerte: indulgencia plenaria.
3) Por el rezo de cada una de las tres partes del Rosario: diez años y diez cuarentenas.
4) Por cada vez que pronuncien devotamente los santos nombres de Jesús y María: siete días de indulgencia.
5) A los que devotamente asistan a la procesión del Santo Rosario: siete años y siete cuarentenas.
6) A los que, verdaderamente arrepentidos y confesados, visiten la capilla del Rosario en la iglesia en que esté establecida, los primeros domingos de cada mes y las fiestas de Nuestro Señor y de la Santísima Virgen: indulgencia plenaria.
7) A los que asistan a la Salve: cien días de indulgencia.
8) A los que devotamente y para dar ejemplo lleven sin reserva el Santo Rosario: cien días de indulgencia.

9) A los cofrades enfermos que, no pudiendo ir a la iglesia y habiendo confesado y comulgado, recen durante el día el Santo Rosario, o al menos una parte: indulgencia plenaria el día señalado para ganarla.
10) Los Sumos Pontífices, por su gran liberalidad hacia los cofrades del Rosario, les han dado la facultad de ganar las indulgencias de las estaciones de Roma visitando cinco altares y rezando ante cada uno de ellos cinco veces el padrenuestro y el avemaría por la prosperidad de la Iglesia. Si sólo hay un altar o dos en la iglesia donde está establecida la Cofradía, rezarán veinticinco veces el padrenuestro y avemaría ante este altar.

97) Gran favor ciertamente para los cofrades del Rosario, pues la visita de las iglesias de las estaciones de Roma lleva aparejados consigo indulgencias plenarias, librar almas del purgatorio y muchas otras grandes remisiones que los cofrades pueden ganar sin trabajo, sin gastos, sin salir de su país; y aun si la Cofradía no está establecida en el lugar que habitan los cofrades, pueden ganar dichas indulgencias visitando cinco altares de otra iglesia cualquiera, según concesión de León X. He aquí los días en que pueden ganarlas, determinados y fijos para los que habitan fuera de Roma, por decreto de la Sagrada Congregación de Indulgencias, aprobado por nuestro Santo Padre el Papa el 7 de marzo de 1678, que ordenó sea inviolablemente observado:
Todos los domingos de Adviento; los tres días de las cuatro Témporas; la vigilia de Navidad, en las Misas de media noche, de la aurora y  del día; las fiestas de San Esteban, San Juan Evangelista, Santos Inocentes, Circuncisión  y Reyes; los domingos de Septuagésima, Sexagésima, Quincuagésima, y desde el miércoles de Ceniza todos los días hasta el domingo de Cuasimodo inclusive; los tres días de Rogativas, el día de la Ascensión, la vigilia de Pentecostés
y todos los días de la octava y los tres días de las cuatro Témporas de septiembre.

Amados cofrades del Rosario, hay aún muchas  más indulgencias. Si queréis verlo, leed el Sumario de las indulgencias concedidas a los cofrades del Rosario. Allí veréis los nombres de los Papas, el año y otros particulares que no es posible consignar en este resumen.

Extraido de “El Secreto Admirable del Santo Rosario” de San Luis Grignon de Montfort (Descargar libro completo)