LECTURAS Y EVANGELIO MIERCOLES 31 DE DICIEMBRE 2014

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Juan 2,18-21. 
Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría el Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora.  Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros. Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la verdad.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 96(95),1-2.11-12.13. 
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 1,1-18. 
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo».
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

Palabra del Señor

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En este último día del año se nos plantea la pregunta que debe marcar nuestras vidas, ya que no hay tercera opción:

¿A quien queremos servir: A Nuestro Señor o al Anticristo? Porque cada uno propone un camino diferente y destinos eternos diferentes, que son excluyentes entre sí.

No basta responder de palabra, son las obras las que condicionan la respuesta.

Servir a Satanás, no se trata dedicarse a su culto como religión, para ello basta comportarse como él: basta servirse a uno mismo dejando de lado la voluntad divina.

Si, como es lógico, queremos servir a Nuestro Señor, debemos comportarnos como verdaderos fieles suyos y no seguir las inspiraciones enemigas ni sus parámetros.

Que en este año nuevo que entra, podamos tomar la opción definitiva y radical de servir a Nuestro Señor y desterrar para siempre todo apego al pecado, a nosotros mismos y por tanto, a las inspiraciones del maligno, que siempre está poniéndonos trabas para que abandonemos el camino de la santidad.

 

LECTURAS Y EVANGELIO MARTES 30 DE DICIEMBRE 2014

Lectura del a primera carta del apóstol San Juan 2,12-17. 
Hijos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús.
Padres, les escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les escribo porque ustedes han vencido al Maligno.
Hijos, les he escrito porque ustedes conocen al Padre. Padres, les he escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio. Jóvenes, les he escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al Maligno.
No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.  Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la riqueza.- Todo esto no viene del Padre, sino del mundo.
Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 96(95),7-8a.8b-9.10. 
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor.

Entren en sus atrios trayendo una ofrenda,
adoren al Señor al manifestarse su santidad:
¡que toda la tierra tiemble ante él!

Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2,22.36-40. 
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor

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En este día, centremos nuestros ojos en la figura de la profetisa Ana.

Ella, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.  Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Y por ello, fue agasajada por el Señor permitiéndole ya no solo ver a su Unigénito sino sostenerlo en sus brazos.

¿Quién puede decir esto a día de hoy? Nosotros si estuviésemos en su misma situación, si muy jóvenes quedásemos viudos/as en seguida pensaríamos en rehacer la vida, buscar a otro/a, y en definitiva, en entregarnos a los placeres del mundo…. Eso si, nos seguimos considerando católicos.

Pero ya San Juan nos advierte que ese no es el camino.

No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 

Por tanto, quien ama al mundo no puede ser considerado católico, sino un mentiroso.

Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la riqueza.- todo esto no viene del Padre, sino del mundo.

Y sabemos que el mundo está entregado en manos del Maligno para probarnos y tentarnos.

Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.

Pidamos en este día al Señor la gracia de desprendernos de todo lazo mundano y afecto desordenado, para que un día podamos llegar a ser dignos de su Reino.

LECTURAS Y EVANGELIO LUNES 29 DE DICIEMBRE 2014

 

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Juan 2,3-11. 
Queridos hermanos:
La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos.
El que dice: «Yo lo conozco», y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él.
El que dice que permanece en él, debe proceder como él.
Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el que aprendieron desde el principio: este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron.
Sin embargo, el mandamiento que les doy es nuevo. Y esto es verdad tanto en él como en ustedes, porque se disipan las tinieblas y ya brilla la verdadera luz.
El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas.
El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar.
Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 96(95),1-2a.2b-3.5b-6. 
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.

Día tras día, proclamen su victoria,
anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.

El Señor hizo el cielo;
en su presencia hay esplendor y majestad,
en su Santuario, poder y hermosura.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 2,22-35. 
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor,
como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.
También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él
y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor.
Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley,
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
«Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido,
porque mis ojos han visto la salvación
que preparaste delante de todos los pueblos:
luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él.
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos».

Palabra del Señor 

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Todo católico que se precie no puede pretender llevar una doble vida, ni servir a varios amos a la vez. Si realmente amamos a Dios con todas nuestras fuerzas y queremos ser un día dignos del Reino de los Cielos, debemos desterrar las dobleces y la hipocresía para siempre.

¿Amas a Dios? Perfecto, ahora cumple sus mandatos.

Y si te dejas uno por cumplir, arrepiéntete, y vuelve a intentarlo. Esfuérzate, porque en ello te va no solo la vida, sino tu destino eterno.

El que dice: «Yo lo conozco», y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. 

Así que dejemos de engañarnos a nosotros mismos con falsas esperanzas y considerándonos totalmente indignos de las promesas de Cristo, pues así lo somos, comencemos a esforzarnos para que su gracia fructifique en nosotros y no caiga en saco roto.

Seamos como el Anciano Simeón, que se mantuvo fiel al Señor y al final de sus días fue recompensado no ya con la vida eterna sino con la Visión de Dios ya en esta tierra.

Pero no solo debemos arrepentirnos por nuestros pecados, sino hacer penitencia por ellos y desterrarlos para siempre de nosotros.

Que este año nuevo que estamos a punto de comenzar, sea también para nuestra vida un punto y aparte que nos lleve a dejar atrás el pecado y comenzar a caminar por el camino de la santidad.

LECTURAS Y EVANGELIO MARTES 23 DE DICIEMBRE 2014

Lectura del Libro de Malaquías 3,1-4.23-24. 

Yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que ustedes buscan; y el Angel de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el Señor de los ejércitos.
¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca? Porque él es como el fuego del fundidor y como la lejía de los lavanderos.
El se sentará para fundir y purificar: purificará a los hijos de Leví y los depurará como al oro y la plata; y ellos serán para el Señor los que presentan la ofrenda conforme a la justicia.
La ofrenda de Judá y de Jerusalén será agradable al Señor, como en los tiempos pasados, como en los primeros años.
Yo les voy a enviar a Elías, el profeta, antes que llegue el Día del Señor, grande y terrible.
El hará volver el corazón de los padres hacia sus hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres, para que yo no venga a castigar el país con el exterminio total.
Palabra de Dios

Salmo Responsorial 25(24),4-5ab.8-10.14. 
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador.

El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.

Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.
El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1,57-66. 
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan».
Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre».
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él.

Palabra del Señor 

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En el día anterior a la conmemoración del Nacimiento de Nuestro Señor, debemos poner nuestra mirada en su precursor, San Juan Bautista, que prepararía más tarde con su predicación y ejemplo, el camino a Cristo.

San Juan Bautista nos invitará a la conversión, a dejar atrás nuestra vida de pecado. Y eso debemos hacer desde hoy mismo: dejar atrás todo lazo, toda atadura, todo vínculo que nos ate al pecado y nos impida llevar una vida santa.

Solo tenemos una vida para alcanzar la santidad, una vida que pasa, que enseguida vuela, y mientras hacemos buenos propósitos y pensamos en lo santos que llegaremos a ser, la vida sigue sin que hayamos cambiado en nada, y la muerte nos sorprenderá cubiertos de pecados cuando menos la esperemos.

¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca?

Cuando tengamos que presentarnos ante el Tribunal de Cristo ¡¿quien podrá ser hallado justo?!

Seremos probados como el oro en la tribulación de esta vida y si no nos purificamos en ella, seremos yesca para el fuego eterno.

Porque él es como el fuego del fundidor (…) El se sentará para fundir y purificar.

Y nada impuro entrará en su presencia.

Esforcémonos desde hoy mismo en quitar toda mancha de pecado de nuestras almas para poder ser hallados un día dignos de su Reino.

LECTURAS Y EVANGELIO JUEVES 18 DE DICIEMBRE 2014

Lectura del Libro del profeta Jeremías 23,5-8. 
Llegarán los días -oráculo del Señor- en que suscitaré para David un germen justo; él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país.
En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: «El Señor es nuestra justicia».
Por eso, llegarán los días -oráculo del Señor- en que ya no se dirá: «Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país de Egipto»,
sino más bien: «por la vida del Señor que hizo subir a los descendientes de la casa de Israel, y los hizo llegar del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado, para que habiten en su propio suelo».

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 72(71),1-2.12-13.18-19. 
Concede, Señor, tu justicia al rey
y tu rectitud al descendiente de reyes,
para que gobierne a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con rectitud.

Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que está desamparado.
Tendrá compasión del débil y del pobre,
y salvará la vida de los indigentes.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
pues sólo él hace maravillas.
Sea bendito eternamente su Nombre glorioso
y que su gloria llene toda la tierra.
¡Amén! ¡Amén!

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 1,18-24. 
Este fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta:
La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros».
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.

Palabra del Señor

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En esta semana fuerte del Adviento, se nos hace meditar sobre todas las promesas y profecías que serán cumplidas con la Natividad del Señor.

En el día de hoy, se nos recuerda la voz de los antiguos profetas, que proclamaban que la salvación vendría del linaje de David, o sea,  de un linaje Real.

De Nuestro Señor jamás se apartará el Cetro.

El que ya era nuestro Rey por derecho propio, por habernos creado, se constituiría tras su Muerte y Resurrección como nuestro Rey por derecho de conquista, porque nos ha comprado con su Sangre y nos ha abierto de nuevo las puertas del Cielo, puertas que habían sido cerradas para siempre a causa de nuestro pecado.

Satanás iba a intentar hacer todo para destruirle antes de que permitiese que la humanidad saliese de sus manos, asi intentó que San Jose denunciase a la Santisima Virgen, y fuese asesinada por adultera. Pero San Jose era un hombre justo, y la gracia de Dios no permitió que sucumbiese.

¿Estamos nosotros sumisos a la Voluntad de Dios en todo momento y obedientes a sus palabras o nos dejamos llevar por la ira y tomamos las riendas de nuestra propia vida para conducirla al desastre?

Examinemos nuestra conciencia y cambiemos todo lo que sea preciso para recibir al Señor en estado de gracia.

LECTURAS Y EVANGELIO MARTES 9 DE DICIEMBRE 2014

Lectura del Libro del profeta Isaías 40,1-11.
¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Una voz dice: «¡Proclama!». Y yo respondo: «¿Qué proclamaré?». «Toda carne es hierba y toda su consistencia, como la flor de los campos:
la hierba se seca, la flor se marchita cuando sopla sobre ella el aliento del Señor. Sí, el pueblo es la hierba.
La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre».
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: «¡Aquí está su Dios!».
Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
Palabra de Dios

Salmo Responsorial 96(95),1-2.3.10ac.11-12.13.
¡Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.

Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina!
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 18,12-14.
Jesús dijo a sus discípulos:
«¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.»

Palabra del Señor

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El Señor nunca quiso que se perdiese ni condenase nadie, sin embargo, la libertad que nos ha dado nos ha conducido directamente al abismo por nuestra necedad.

¿Acaso no sabíamos que Dios era el Único que importaba? Pero los seres humanos siempre vemos las cosas de manera utilitaria, y eso da ventaja al Maligno que es maestro del engaño y la dialectica. Si Dios nos es útil para cumplir nuestros propósitos le obedecemos, si nos es más útil otro modo, en seguida dejamos a Dios.

Entendamos que no debemos amar a Dios por  miedo al infierno, ni siquiera porque nos lo mande, y mucho menos porque nos puede dar la felicidad eterna en su Reino… Si amamos a Dios ha de ser únicamente por ser El quien es.

Toda la humanidad esta en este destierro en poder del maligno, y sin posibilidad de escapatoria alguna por las meras fuerzas humanas. Sin embargo, el Señor nos ofrece palabras de consuelo y nos enseña el camino de salida:

¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios!

¿Cómo se hace eso? Arrancando de raíz la cizaña del pecado de nuestros corazones, desterrando todo deseo turbio de nuestras vidas, y por medio de la penitencia, conseguir un corazón dispuesto a aceptar la voluntad de Dios.

El Señor vendrá a nosotros y nos dará su gracia para resistir al Maligno.  Pero hemos de dejarle entrar.

¿Estamos dispuestos a prepararle el camino?

LECTURAS Y EVANGELIO VIERNES 5 DE DICIEMBRE 2014

Lectura del Libro del Profeta Isaías 29,17-24. 
Así habla el Señor:
¿No falta poco, muy poco tiempo,
para que Líbano se vuelva un vergel
y el vergel parezca un bosque?
Aquel día, los sordos oirán las palabras del libro,
y verán los ojos de los ciegos,
libres de tinieblas y oscuridad.
Los humildes de alegrarán más y más en el Señor
y los más indigentes se regocijarán en el Santo de Israel.
Porque se acabarán los tiranos,
desaparecerá el insolente,
y serán extirpados los que acechan para hacer el mal,
los que con una palabra hacen condenar a un hombre,
los que tienden trampas al que actúa en un juicio,
y porque sí no más perjudican al justo.
Por eso, así habla el Señor,
el Dios de la casa de Jacob,
el que rescató a Abraham:
En adelante, Jacob no se avergonzará
ni se pondrá pálido su rostro.
Porque, al ver lo que hago en medio de Él,
proclamarán que mi Nombre es santo,
proclamarán santo al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel.
Los espíritus extraviados llegarán a entender
y los recalcitrantes aceptarán la enseñanza.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 27(26),1.4.13-14. 
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 9,27-31. 
Cuando Jesús se fue, lo siguieron dos ciegos, gritando: «Ten piedad de nosotros, Hijo de David».
Al llegar a la casa, los ciegos se le acercaron y él les preguntó: «¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden?». Ellos le respondieron: «Sí, Señor».
Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Que suceda como ustedes han creído».
Y se les abrieron sus ojos. Entonces Jesús los conminó: «¡Cuidado! Que nadie lo sepa».
Pero ellos, apenas salieron, difundieron su fama por toda aquella región.

Palabra del Señor 

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Los signos anunciados por los profetas del antiguo testamento encontraron su cumplimiento en Cristo: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan… y pese a eso ¡Qué pocos creyeron en Él!

Al principio, las multitudes se agolpaban por la novedad, pero en el momento que vieron que Nuestro Señor no era el tipo de Mesías que ellos se habían imaginado, en seguida le abandonaron.

No querían someterse a su doctrina, ni convertirse de sus pecados. Estaban cómodos con sus vidas mediocres y pese a que estuvieron cara a cara con Dios, nada cambió en ellos.

Imagínense la amargura que debieron sentir cuando desde el infierno se diesen cuenta que habían tenido la salvación tan cerca.

Igualmente, a día de hoy, son muchos los que pasan cerca de una Iglesia, algunos menos los que entran y están ante el Sagrario, pero pese a eso, ¡qué pocos son los que realmente aprovechan la presencia de Dios para santificarse!

Conviertete, aprovecha el tiempo que se te ha dado porque uno no sabe la hora en la que tiene que rendir cuentas. Date prisa, no sea que cuando recapacites te encuentres ya en el infierno.

LECTURAS MIERCOLES 3 DE DICIEMBRE 2014

Lectura del Libro del Profeta Isaías 25,6-10a.
En aquel día:
El Señor de los ejércitos
ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña
un banquete de manjares suculentos,
un banquete de vinos añejados,
de manjares suculentos, medulosos,
de vinos añejados, decantados.
El arrancará sobre esta montaña
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño tendido sobre todas las naciones.
Destruirá la Muerte para siempre;
el Señor enjugará las lágrimas
de todos los rostros,
y borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo,
porque lo ha dicho él, el Señor.
Y se dirá en aquel día:
«Ahí está nuestro Dios,
de quien esperábamos la salvación:
es el Señor, en quien nosotros esperábamos;
¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!».
Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
Palabra de Dios

Salmo Responsorial 23(22),1-6.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.

Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.

Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 15,29-37.
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.
Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.
La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino».
Los discípulos le dijeron: «¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?».
Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen?». Ellos respondieron: «Siete y unos pocos pescados».
El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo;
después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.

Palabra del Señor

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La comparación del Reino de los Cielos con un gran banquete es una constante repetida a lo largo de las escrituras.

Sin embargo, para nuestra santificación en esta vida hemos de aprender algo que conocemos todos pero en lo que muy pocos confían: la Divina Providencia.

Solemos decir y escuchar esto de «Dios proveerá», pero que pocos se atreven a dejar TODO y seguir a Cristo como los fieles del evangelio, que por escucharle estuvieron tres días sin comer y estarían los que fuesen necesarios con tal de estar a su lado. El Señor conociendo su necesidad se apiadó de ellos.

Nosotros queremos tener todo atado. No se da un paso si no se tiene atado y planeado el siguiente. ¿Y donde está Dios? ¿Dónde nuestra confianza en Él? Si Dios nos pide algo, el proveerá para que se pueda llevar a cabo.

Esto no significa hacer el loco, pero sí dejar de tener miedos absurdos por el futuro.

«Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia y el resto se os dará por añadidura» Y de unos pocos panes, se  alimentarán multitudes.

¿Por qué tienes miedo a dejar eso que te ata al pecado? Confía en el Señor y corta para siempre tus ataduras.

¿Acaso no vale más tu alma?

LECTURAS VIERNES 28 DE NOVIEMBRE 2014

Lectura del Libro del Apocalipsis 20,1-4.11-15.21,1-2. 
Yo, Juan, vi que un Angel descendía del cielo, llevando en su mano la llave del Abismo y una enorme cadena.
El capturó al Dragón, la antigua Serpiente -que es el Diablo o Satanás- y lo encadenó por mil años.
Después lo arrojó al Abismo, lo cerró con llave y lo selló, para que el Dragón no pudiera seducir a los pueblos paganos hasta que se cumplieran los mil años. Transcurridos esos mil años, será soltado por un breve tiempo.
Entonces vi unos tronos, y los que se sentaron en ellos recibieron autoridad para juzgar. También vi las almas de los que habían sido decapitados a causa del testimonio de Jesús y de la Palabra de Dios, y a todos los que no habían adorado a la Bestia ni a su imagen, ni habían recibido su marca en la frente o en la mano. Ellos revivieron y reinaron con Cristo durante mil años.
Después vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. Ante su presencia, el cielo y la tierra desaparecieron sin dejar rastros.
Y vi a los que habían muerto, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos los libros, y también fue abierto el Libro de la Vida; y los que habían muerto fueron juzgados de acuerdo con el contenido de los libros; cada uno según sus obras.
El mar devolvió a los muertos que guardaba: la Muerte y el Abismo hicieron lo mismo, y cada uno fue juzgado según sus obras.
Entonces la Muerte y el Abismo fueron arrojados al estanque de fuego, que es la segunda muerte.
Y los que no estaban inscritos en el Libro de la Vida fueron arrojados al estanque de fuego.
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más.
Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.
Palabra de Dios

Salmo 84(83),3.4.5-6a.8a. 
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente.

Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios.

¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti!
Ellos avanzan con vigor siempre creciente.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 21,29-33. 
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación:
«Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol.
Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.»

Palabra del Señor

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El Juicio Final descrito en la primera lectura es algo que todos presenciaremos en su momento. Pero antes de él, cada uno de nosotros, tendremos nuestro propio juicio particular en el momento de nuestra muerte.

Antes del Juicio Final, la tierra será purificada por el fuego y como es obvio todos los habitantes de la tierra habrán muerto –y esto no es deducción, es doctrina católica, quien lo dude que lea los catecismos antiguos.

El primer acto del juicio final es la resurrección de los muertos no solo en alma, pues el alma nunca ha muerto, sino también en carne. Y posteriormente, la venida en Gloria de Nuestro Señor ante toda la humanidad, para juzgar a vivos y muertos.

¿Por qué entonces se dice en el credo que Nuestro Señor vendrá a juzgar a vivos y muertos si todos estarán muertos para ese entonces, y resucitarán juntos?

Pues porque  habla en sentido espiritual: los vivos son los santos y los muertos son los réprobos. Por eso, tras el juicio final, y tras juzgar a cada uno a vista de todos los habitantes de la tierra a lo largo de la historia, desde Adán hasta el último hombre que viva, las almas de los santos que ya gozaban de la visión de Dios se unirán a sus cuerpos gloriosos, y las almas de los réprobos atormentadas desde su muerte en el infierno, se verán obligadas a unirse con sus cuerpos deformes y corrompidos por el pecado y volver a las llamas para padecer si cabe más que antes.

Unos al tormento eterno, otros a la gloria eterna.

¿En qué lado quieres estar?

Si quieres ser salvo y no ser avergonzado en el Juicio Final, deja ya de comportarte como réprobo.

LECTURAS JUEVES 27 DE NOVIEMBRE 2014

Lectura del Libro del Apocalipsis 18,1-2.21-23.19,1-3.9a. 
Yo, Juan, vi que otro Angel descendía del cielo con gran poder, mientras la tierra se iluminaba con su resplandor.
Y gritó con voz potente: «¡Ha caído, ha caído Babilonia, la grande! Se ha convertido en refugio de demonios, en guarida de toda clase de espíritus impuros y en nido de aves impuras y repugnantes.
Y un Angel poderoso tomó una piedra del tamaño de una rueda de molino y la arrojó al mar, diciendo: «Así, de golpe, será arrojada Babilonia, la gran Ciudad, y nunca más se la verá».
Ya no se escuchará dentro de ti el canto de los que tocan el arpa y de los músicos, de los flautistas y de los trompetistas; ya no se encontrarán artesanos de los diversos oficios, ni se escuchará el sonido de la rueda del molino.
No volverá a brillar la luz de la lámpara, ni tampoco se escuchará la voz de los recién casados. Porque tus comerciantes eran los grandes de la tierra, y con tus encantos sedujiste a todos los pueblos.
Después oí algo parecido al clamor de una enorme multitud que estaba en el cielo, y exclamaba: «¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder pertenecen a nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos. El ha condenado a la famosa Prostituta que corrompía la tierra con su lujuria, y ha vengado en ella la sangre de sus servidores».
Y volvieron a decir: «¡Aleluya! La humareda de la Ciudad se eleva por los siglos de los siglos».
Después el Angel me dijo: «Escribe esto: Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero».
Palabra del Señor

Salmo Responsorial 100(99),1-2.3.4.5. 
Aclame al Señor toda la tierra,
sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos.

Reconozcan que el Señor es Dios:
él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entren por sus puertas dando gracias,
entren en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y bendigan su Nombre.

¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 21,20-28. 
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima.
Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella.
Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo.
Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas.
Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación».

Palabra del Señor

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Este mundo es pasajero: los placeres, las riquezas, las posesiones, incluso las amistades y la familia… todo quedará aquí. A la hora de la muerte estaremos solos, totalmente solos con nuestros muchos pecados ante el Tribunal implacable de Cristo.

¿Qué vamos a decir? En ese momento se nos helará la voz y no podremos sino asentir. Desearíamos mil veces arrojarnos directos al infierno con tal de no ver la Severa Mirada del Señor sobre nosotros. Porque no, Él no nos recibirá con una sonrisa y un abrazo porque nosotros tampoco le hemos recibido con honores en nuestras vidas.

Hemos preferido perder su gracia, romper nuestra relación con Él por mil placeres vanos, por cosas efímeras que se desvanecieron en el recuerdo. Y luego… ¿esperamos que se nos trate de modo diferente al que nosotros le hemos tratado?

Ahí únicamente los que durante su vida se han negado a sí mismos, han cargado pacientemente con las cruces de cada día y se han esforzado hasta incluso llegar a derramar su sangre por seguir al Señor y avanzar por el camino de la santidad, van a permanecer con la cabeza levantada, porque  su muerte será su liberación.

En cambio a los réprobos, será precisamente al revés. Cuando lleven 100 mil años en el infierno y todavía estén comenzando su pena, se lamentarán una y otra vez… que eran esos escasos 100 años de placer, que ni siquiera fueron todos de placer, sino unos míseros momentos efímeros que no son nada comparados con la eternidad… no merecían la pena… pero ahora ya es tarde para arrepentirse. Recapacitarán pero en el mismo infierno.

Ninguno de nosotros puede considerarse salvo porque ninguno de nosotros está libre de culpas. Así que esforcémonos en lo que nos queda de vida por dar frutos de santidad, empleando los medios de santificación que Nuestro Señor dejó a su Santa Iglesia (Católica, se entiende). Y cuando veamos que comenzamos a darlos, tengamos cuidado con la soberbia, porque un resbalón, una caída en ese momento, será estrepitosa y nos llevará directos al abismo.