LECTURAS Y EVANGELIO LUNES 22 DE DICIEMBRE 2014

Lectura del Primer Libro de Samuel 1,19b-20.24-28. 
Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella.
Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: «Se lo he pedido al Señor».
Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El niño era aún muy pequeño.
Y después de inmolar el novillo, se lo llevaron a Elí.
Ella dijo: «Perdón, señor mío, ¡por tu vida, señor!, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor.
Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y él me concedió lo que le pedía.
Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a él; para toda su vida queda cedido al Señor». Después se postraron delante del Señor.
Palabra de Dios

Cántico de Ana – Primer Libro de Samuel 2,1.4-5.6-7.8abcd. 
Mi corazón se regocija en el Señor,
tengo la frente erguida gracias a mi Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque tu salvación me ha llenado de alegría.

El arco de los valientes se ha quebrado,
y los vacilantes se ciñen de vigor;
los satisfechos se contratan por un pedazo de pan,
y los hambrientos dejan de fatigarse;
la mujer estéril da a luz siete veces,
y la madre de muchos hijos se marchita.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el Abismo y levanta de él.
El Señor da la pobreza y la riqueza,
humilla y también enaltece.

El levanta del polvo al desvalido
y alza al pobre de la miseria,
para hacerlos sentar con los príncipes
y darles en herencia un trono de gloria.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1,46-56. 
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz».
Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquellos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Palabra del Señor

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La mujer llamada Ana sobre la que trata la primera lectura, era una figura de la Santísima Virgen, y por ello no es casual la tremenda similitud de sus cánticos de alegría tras haber sido bendecidas por el Señor.

Y todas las maravillas que conocemos, sucedieron únicamente “porque El miró con bondad la pequeñez de su servidora”.

¡Cuantas gracias hemos recibido nosotros y todavía no hemos reconocido que provenían del Señor! Hemos de entender que no somos nada, que por nosotros mismos solo somos un poco de polvo y si vivimos, si respiramos, si estamos en este mundo es porque el Señor nos lo ha concedido.

¿Cómo se lo agradecemos? Normalmente traicionándole y pecando una y otra vez, en lugar de servirle y entregarle nuestras vidas como pago a su rescate por la nuestra.

Que en estos días que anteceden a la Noche buena podamos analizar nuestra conciencia y por medio del sacramento de la penitencia, dejar atrás la vida de pecado y comenzar de una vez por todas a avanzar por el camino de la santidad.