EVANGELIO MIÉRCOLES 2 DE ENERO 2013

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 1,19-28.
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: «¿Quién eres tú?».
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías».
«¿Quién eres, entonces?», le preguntaron: «¿Eres Elías?». Juan dijo: «No». «¿Eres el Profeta?». «Tampoco», respondió.
Ellos insistieron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Y él les dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías».
Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: «¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia».
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Palabra del Señor

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«¿Quién eres tú?»  con esta frase se dirigen las gentes desconcertadas al encontrarse con un verdadero testigo de Dios.

Juan el Bautista, y con él, la vida de tantos santos y santas de Dios levanta desconciertos, preguntas, hasta inquietudes y malestar en sus semejantes, que  los llegan a contemplar como una amenaza directa a sus intereses de vivir la vida autosatisfaciendose sin considerar nada más que los propios intereses. Al fin y al cabo, argumentan para sí engañados, la vida son dos días y hay que ser felices

De esta forma, la conciencia llega a autoconvencerse de que todo el mundo sigue esos mismos criteros y que es totalmente legítimo. Así, cuando aparece alguien que con su vida de fe coherente amenaza esa falsa estabilidad que la sociedad dice tener, se levantan millones de preguntas, tratando de encontrar una respuesta racional a lo que ellos consideran una locura: «¿Quién eres? ¿De dónde has salido? ¿Por qué eres diferente?»

Socialmente, alguien salido «de la nada», alguien sin nombre, no puede ser un enviado de Dios ni pretender saber más que los sabios y estudiosos. Sin embargo, Dios siempre ha elegido a los humildes como instrumento para derrotar a los que se dicen sabios y por su prepotencia se cierran a la Verdad salvífica a sí mismos y a los que les escuchan.

Esta lacra siempre ha acompañado a los verdaderos testigos de Dios, no importa las señales que hagan ni la verdad en sus palabras, serán negados por la sociedad entera que se volcará para silenciarlos, cueste lo que cueste, pero al final el tiempo confirma su misión y la autoridad divina que los había enviado y acompañado, tomará venganza justa por los suyos.

Triste es ver como el mundo siempre se ha cerrado a conocer la verdad, el único camino que los puede salvar del abismo de la perdición y la condenación eterna. Sin embargo, poco se puede hacer más que orar por la conversión sincera de los pecadores y difundir el mensaje salvífico de Cristo. No cesemos en este empeño, pues al fin y al cabo, es lo único importante en esta vida.

¡Viva Cristo Rey!

¡A Él todo el Honor y la Gloria por los siglos de los siglos!