EVANGELIO SÁBADO 13 DE JULIO 2013

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 10,24-33.
El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño.
Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa!
No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido.
Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.
No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.
¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo.
Ustedes tienen contados todos sus cabellos.
No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.
Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo.
Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.

Palabra del Señor

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Las palabras del evangelio de hoy, continuación del discurso que hemos estado analizando esta semana son tan claras que comentarlas sería casi un sacrilegio.

Sin embargo, dada la importancia que tiene este evangelio, vamos a contextualizarlo para que sea más asequible para todos.

Como hemos dicho en el comentario del evangelio de ayer viernes, 12 de julio de 2013,  todo buen católico, fiel servidor de Cristo, debe estar preparado para la persecución e incluso el martirio.

La persecución, la cruz, la tribulación de cada día no buscada por uno mismo, sino sobrevenida por terceros cuando uno se mantiene en el camino Verdadero cumpliendo la Santa Ley, es la señal de que estamos haciendo bien las cosas.

Malo debe ser el cristiano que es capaz de vivir en el mundo sintiéndose como uno más, teniendo en cuenta que el mundo es de Satanás y solo favorece a los suyos.

Sin embargo, el Señor no es como él, que nos engaña con falsas promesas. Él nos dice la verdad, la dura realidad del presente, necesaria para alcanzar la gloria futura:

El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño.
Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa!

(…)
No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.

El mantenerse en la Voluntad de Dios en medio de un mundo entregado a Satanás es todo un acto de heroísmo, pero nuestra salvación va en ello.

Llegará el momento en el que se nos pida cuentas de nuestra fe, sea por una situación pecaminosa que debamos evitar, sea porque nos vemos obligados a elegir entre nuestra vida y nuestra fe.

Sea como sea, tenemos que mantenernos firmes en la fe, y grabarnos a fuego en nuestra mente y corazón las siguientes palabras de Cristo:

Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo.
Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.